lunes, noviembre 12, 2007

El Último Encuentro, de Sándor Márai

La idea que tenemos sobre la amistad, el concepto, supera la realidad; y ésta a su vez, sólo a veces, supera maravillosamente a la idea.

Saber que te sentarás frente a tu amigo algún día, al final, apoyándote probablemente en el borde de su mesa, mirándolo, agotado, con la vida entera en el rostro y posiblemente un gesto repetido del pasado como único antecedente de que son las mismas personas. Saber que en el camino lo odiarás a veces. Entender que tu construcción depende también de la de él y que no tiene porque estar basada en la misma ruta. Tener la certeza, de pronto, que los valores tienen muchas formas de expresarse. Y al entrelazarse con otras variables y realidades y hechos, entender que broten seres desiguales, pero en esencia, al final de cuentas, parecidos o hermanos.

Yo me quedé con ciertas escenas y diálogos que agradecería encontrar repetidos nuevamente en otros libros. Y una cierta sensación de enfrentarse a una pequeña obra de arte.

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