domingo, enero 27, 2008

Me llamo Rojo, Orhan Pamuk

En las raíces de este libro se encuentra la discusión sobre el estilo, la firma, y en definitiva la trascendencia como resultado final de la vida entregada a un sólo propósito. Me llamo Rojo es ciertamente un postre que uno no quiere terminar.

Pamuk deja sentir al lector que atrás corren tramas, inquietudes universales y una "razón general" del libro que se entrecruza con juegos de un escritor que sabe que está en lo suyo, que interpela al lector directamente, que conoce con profundidad la mente femenina o que simplemente defiende dos puntos de vista, separados por voces y circunstancias, con argumentos potentes que se enfrentan y dejan en el aire la imposibilidad de una postura única. Justo cuando creías, unas hojas más atrás, que te había sido develada una certeza. Y todo esto es a su vez una perfecta historia de amor, una intriga policial y unos pocos personajes que uno quisiera volver a encontrar o retener, creados -es seguro- tan sólo para entregar al lector la posibilidad de reflexionar sobre ideas y temas concretos que el autor arroja hábilmente a la página.

"Es tan de Behzat que no necesita firma. Y como Behzat lo sabía, ni siquiera firmó en un lugar escondido de la ilustración. Según el anciano maestro tras aquella actitud de Behzat se ocultaban el pundonor y la dignidad. La verdadera maestría y habilidad consisten en pintar una maravilla inigualable y no dejar el menor rastro que permita reconocer la identidad del ilustrador."

Se siente una literatura que escapa de los cánones conocidos, hay mucho de los cuentos de las mil y una noche gracias a sultanes, maestros de shiraz y tesoros reales; pero de pronto se sienten matices occidentales en la forma de cerrar, en algunos desenlaces apurados, sorpresivos.

"Comprendí que me había decapitado por cómo mi pobre cuerpo me abandonó y dio dos pasos extraños aturdido, por su manera de sacudir estúpidamente la daga y por cómo se desplomó lanzando chorros de sangre por el cuello. Mis pobres pies, que seguían intentando caminar por sí solos, patearon en vano como un triste caballo que cocea justo antes de morir."

Por Héctor Monsalve V.
Enero de 2008

1 comentario:

Mary HC dijo...

Hola Héctor, tiene buena pinta. Le daré algunas horas.
Saludos
K

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