En Octubre de 2013 dije del primer libro de María Jesús Camus, llamado Hambres: "Me encontré, en medio de la lectura, con un libro de poemas de un amor furioso, con todo lo que trae el amor desmedido, arrebatado; con nostalgia, con un hambre extraña impregnada en cada verso; que es la carencia, el ansia de llenar, de satisfacerse. Toda nuestra hambre en el papel. Aquella que nos hace perder el temor a ser devorados, por devorar. Aquella que nos asemeja a todo lo existente. Y agradecí los poemas de ese libro, Hambres, que se quedan adentro de uno, citando un verso de la autora, ¡tiritando de belleza! Un libro hoy reconocido por amigos poetas, como por ejemplo Lorenzo Peirano o el mismo Mauricio Torres, como notable.
Ahora Proyecto Padre, en este Octubre de 2016, me indica que María Jesús Camus conserva esa energía y esa potencia; pero sobre todo una valentía en la selección de su reflexión y en la forma de sumergirse en los textos.
Reconstruir al padre, reescribirlo con imágenes y diálogos imposibles.
Creo que la poesía y el arte en general es una herramienta de construcción de uno mismo, de limpieza del ser. Paul Valery sugería: "cultivar la duda, el crepúsculo y los arrepentimientos, de tal modo que una obra, siempre reexaminada y refundida, adquiera poco a poco la importancia secreta de una empresa de reforma de uno mismo”. Yo creo en eso, en que nuestra propia obra nos modifica y nos permite crear una mejor obra; y el fruto de esta retroalimentación y relación doble vincular nos permite al final contribuir a la mejora de nuestra sociedad. Erza Pound asegura en uno de sus ensayos seleccionados por Eliot, que la literatura tiene una, entiendo "única" función en el Estado, en el conjunto de humanos, en la República, que es el "mantener las herramientas limpias, la salud de la materia de la que está hecha el pensamiento". Entrar, como hace María Jesus, en temas que nos ayuden a reflexionar sobre nosotros mismos, nos permite, a mi juicio, "cultivarnos" y construirnos, entendernos, para finalmente hacer posible nuestra contribución. Rilke asegura, a modo de refuerzo de lo que indico: "¿Qué derecho tendrían esos libros a nacer de mí si no fueran más que yo?” (citado en el libro Rilke, Pound, Neruda, Tres claves de la poesía contemporánea de J.M. Ibáñez Langlois).
Pero no es fácil mirarnos desde la poesía y exige una fuerte meditación y un salir de nuestras emociones, tener una mirada en perspectiva, que permita la impersonalidad y la universalización de la reflexión que enfrentamos. Aquí, insisto, María Jesús Camus es valiente y aguda. No es fácil y quizá por eso la palabra Proyecto en el título de este nuevo libro. La relación con el padre, la mirada de esta relación se encuentra en el inicio de una mirada y una reflexión profunda acerca de lo que somos. Se trata de mirar nuestros vínculos primarios, nuestra herencia, nuestra primera formación. En veinte poemas la autora interpela su infancia y su relación con el Padre y parece estar diciendo en un susurro: yo quiero ser la que quieres que sea papá. Cito:
"Noche
noche
préstame un vestido para papá
préstame unos cabellos rubios
préstame una novela romántica
para situar en mi regazo de niña bella
lámeme las rodillas enlodadas.
Mientras tú,
el día me teje vellos claros."
Sin embargo al mismo tiempo en Proyecto Padre quizá con mayor intensidad o como enlace lógico, la autora interpela una visión y una imposición de una mirada patriarcal. Enfrenta el arquetipo de niña de papá, el paradigma de niña flor, de la niña bella. Y con esto me parece que intenta correr el límite un centímetro más allá, en la mirada incluso de lo "familiar" y en el entendido ya arcaico que existe de sus relaciones, y que tanto daño ha hecho a mujeres y hombres.
Como en Hambres, otra vez encuentro profundidades inabarcables, inaccesibles. Llamados inentendibles. Pero otra vez veo también la búsqueda de la verdad y una rara belleza. Formas diferentes interpelando al lector. Lo eterno. La imagen perpetua. La muerte que habla de la vida. Y la pena. Proyecto Padre es un conjunto de poemas difíciles, lleno de símbolos. Pero esa profundidad, a mi parecer, es su música y su belleza. Recuerdo esta frase de Bernard Shaw: "Y los que fueron vistos bailando fueron juzgados locos por aquellos que no podían escuchar la música.” Yo apenas intuyo la música de Proyecto Padre, pero quedan versos y sensaciones dando vueltas por mi cabeza y esto me indica la potencia y belleza del poemario. Porque, al decir, otra vez de Ezra Pound, "sólo la emoción perdura" y como indica Byung-Chul Han, en su ensayo, La salvación de lo bello: "Lo bello no es un brillo momentáneo, sino seguir alumbrando en silencio".
Por Héctor Monsalve V.
14 de octubre de 2016.
sábado, marzo 04, 2017
El silencio (dijo algo) adentro entre paréntesis
Poemas de Tania Favela Bustillo.
En estos poemas hay una voz o dos que van más rápido, que se adelantan; como un pensamiento (o varios) en un segundo plano y que dan forma o completan o reinterpretan. Y es como si el silencio hablara entre paréntesis y aclarara los versos o los transformara. En términos musicales, (una melodía distinta, menos monótona y menos sencilla, pero que suena bien) imagino dos o tres instrumentos (o voces) perfectamente afinados, que logran combinarse en una única melodía; pero uno de ellos avanza más rápido, mientras otro reproduce notas lentas, pausadas, y un tercero se mantiene definiendo la base del ritmo, como un bajo. Y a veces el último acelera y otro se detiene casi a un punto del silencio. Y sin embargo, todos se acompañan y llegan finalmente al oído al mismo tiempo (gracias a un equilibrio con la textura del fondo). Este encuentro entre ritmos (y alturas), este fluir de unos más rápidos que otros (reitero) -que se complementan y unen-, me parece la esencia de estos poemas de Tania Favela Bustillo.
Y pese a estas complejidades que comento, se trata de una poesía que busca captar lo esencial, que canta en voz baja, diciendo, por ejemplo: "como si no pasara nada/ pero todo pasa / un susurro al oído ─eso es todo─ el aliento cálido que entra / ─el caracol que se estremece─". Son cuadros o fotos de pensamientos o sueños, que presentan imágenes rápidas o maneras de ver y sentir, como por ejemplo cuando dice, sobre la vida como una plegaria grácil: "recuerda lo amargo lo duro lo quebradizo ahí ( adentro) / rama suelta (piensa) sobre sí misma plegándose hasta el fondo / ovillándose más (¿para quién?) / al fondo la plegaria sigue sonando esa palabra-bambú (piensa)".
Pienso en esa rama suelta, en lo delicado. Y me quedan también esas voces ligeras dando vueltas encima del poema. Entonces pienso en sonidos que se acompañan: los tacos de una mujer corriendo por una calle embaldosada y solitaria, mientras desde alguna ventana suena un piano o una radio con una canción triste y un ladrido lejano; o el ruido de la lluvia frente al mar en donde la gente pasa hablando, con las olas estallando y modificando el sentido del agua; o imagino a un poeta leyendo y explicando al mismo tiempo su canto y corrigiendo al instante. Y creo que todo esto sucede en estos versos gracias a un delicado equilibrio (entre el fondo y esta forma distinta, múltiple) que finalmente genera armonía y belleza.
Por Héctor Monsalve V.
Septiembre de 2016
En estos poemas hay una voz o dos que van más rápido, que se adelantan; como un pensamiento (o varios) en un segundo plano y que dan forma o completan o reinterpretan. Y es como si el silencio hablara entre paréntesis y aclarara los versos o los transformara. En términos musicales, (una melodía distinta, menos monótona y menos sencilla, pero que suena bien) imagino dos o tres instrumentos (o voces) perfectamente afinados, que logran combinarse en una única melodía; pero uno de ellos avanza más rápido, mientras otro reproduce notas lentas, pausadas, y un tercero se mantiene definiendo la base del ritmo, como un bajo. Y a veces el último acelera y otro se detiene casi a un punto del silencio. Y sin embargo, todos se acompañan y llegan finalmente al oído al mismo tiempo (gracias a un equilibrio con la textura del fondo). Este encuentro entre ritmos (y alturas), este fluir de unos más rápidos que otros (reitero) -que se complementan y unen-, me parece la esencia de estos poemas de Tania Favela Bustillo.
Y pese a estas complejidades que comento, se trata de una poesía que busca captar lo esencial, que canta en voz baja, diciendo, por ejemplo: "como si no pasara nada/ pero todo pasa / un susurro al oído ─eso es todo─ el aliento cálido que entra / ─el caracol que se estremece─". Son cuadros o fotos de pensamientos o sueños, que presentan imágenes rápidas o maneras de ver y sentir, como por ejemplo cuando dice, sobre la vida como una plegaria grácil: "recuerda lo amargo lo duro lo quebradizo ahí ( adentro) / rama suelta (piensa) sobre sí misma plegándose hasta el fondo / ovillándose más (¿para quién?) / al fondo la plegaria sigue sonando esa palabra-bambú (piensa)".
Pienso en esa rama suelta, en lo delicado. Y me quedan también esas voces ligeras dando vueltas encima del poema. Entonces pienso en sonidos que se acompañan: los tacos de una mujer corriendo por una calle embaldosada y solitaria, mientras desde alguna ventana suena un piano o una radio con una canción triste y un ladrido lejano; o el ruido de la lluvia frente al mar en donde la gente pasa hablando, con las olas estallando y modificando el sentido del agua; o imagino a un poeta leyendo y explicando al mismo tiempo su canto y corrigiendo al instante. Y creo que todo esto sucede en estos versos gracias a un delicado equilibrio (entre el fondo y esta forma distinta, múltiple) que finalmente genera armonía y belleza.
Por Héctor Monsalve V.
Septiembre de 2016
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